MUNDIAL DE ESCRITURA, CONSIGNA DÍA 6 POR NICK HORNBY:
Dos personas se encuentran en un baño.
EL PAÑUELO
—Te ves maravillosa esta noche L —comentó Mikkel mientras la tomaba de la mano.
—Muchas gracias Mikkel —dijo Lilly —como siempre. Aún no te has acostumbrado después de tantos años juntos?—preguntó Lilly bromeando.
—Es que todos los días descubro la belleza en ti amor mío—respondió Mikkel mientras miraba a Lilly a los ojos.
Lilly comenzó a sospechar que algo extraño estaba ocurriendo.
—A qué se debe todo este derroche de dulzura y romance querido? —preguntó Lilly un poco curiosa y ansiosa por saber a qué se debía el dulzor de las palabras de Mikkel.
Mikkel no podía disimular sus nervios.
—Querida Lilly, yo quería preguntarte una cosa. Hace tiempo que nos conocemos y yo quería…
Mikkel se detuvo de repente.
—Lilly yo… tengo que ir hasta el baño, vuelvo enseguida.
—Esta bien amor —dijo Lilly —aquí estaré esperando.
Milkkel se levantó de la mesa y se dirigió hacia el mozo que unos minutos antes les había llevado el menú a su mesa.La mesa que había reservado hace una semana, les había pedido una mesa especial cuando llamó al restaurante para hacer la reserva, alejada y con vista hacia la ciudad. El restaurante se encontraba retirado de la ciudad, en una colina que tenía una vista espectacular de la toda la costa de la ciudad.
—Disculpe caballero —le dijo Mikkel al mozo.
—Señor, en que lo puedo ayudar? —preguntó el mozo —ya saben que van a ordenar?
—No, aún no hemos decidido —respondió Mikkel —quería preguntarle dónde está el baño.
—Al fondo a la derecha caballero —dijo el mozo mientras señalaba hacia el pasillo que se encontraba al final del salón.
—Muchas gracias —dijo Mikkel y se retiró al baño.
Mikkel se dirigió hacia los sanitarios del restaurante. El baño estaba vacío excepto por una persona que estaba en uno de los dos privados que tenía el baño además de los tres urinales clásicos empotrados en la pared de azulejos azules. Mikkel se paró frente al espejo del lavamanos cuando el hombre del privado salió.
—Me permite usar el lavamanos estimado? —le dijo el hombre a Mikkel —y si va a utilizar ese baño debería utilizar el papel higiénico del otro privado ya que no queda más.
Mikkel asintió con su cabeza y se paró a un lado mientras el hombre lavaba sus manos. El hombre cerró la canilla y comentó que era un buen restaurante y que valía la pena moverse de la ciudad hacia la colina mientras secaba sus manos con una toalla de papel que se encontraba en el lavamanos. Tiró la toalla a la basura y se retiró.
Mikkel tomó su lugar frente al lavamanos y se miró al espejo nuevamente. De su bolsillo sacó una cajita que era el estuche de un anillo y comenzó a hablarle al espejo:
—Lilly —Mikkel aclaró su garganta, puso la frente en alto y continuó —yo te amo y quiero preguntarte si te gustaría casarte conmigo.
Imitando el gesto de ofrecer el anillo a su amor con el mismo en el espejo continuó con el ensayo. Guardó silencio unos minutos y continuó:
—No no —se dijo mirando al espejo —mejor sería "Lilly te amo, quieres casarte conmigo? Si si. Mejor así.
Mikkel guardó el estuche en su bolsillo, abrió la canilla, mojó sus manos y lavo un poco su cara. Tomó la última toalla que quedaba en el lavamanos, secó su rostro y sus manos y arrojó la toalla a la basura.
Se estaba retirando del baño cuando llegando a la puerta debido a los nervios sintió la necesidad de usar el baño. Dio media vueltas y se dirigió a los urinarios.
Se paró en el urinario del medio de los tres que se encontraban en la pared frente a los privados. Bajó la bragueta de su pantalón azul marino que había comprado especialmente para utilizar esa noche cuando un individuo de unos 40 años ingresó al baño.
El individuo pasó por detrás de Mikkel y se paró en el último urinal. Mikkel sintió el ruido de la bragueta de su acompañante pero no le dio mucha importancia.
En el baño reinaba un silencio absoluto que fue roto por el ruido de las pastillas desinfectantes típica de los urinarios.
El hombre comenzó a realizar el típico movimiento de sacudidas que hacen las personas que usan los urinarios después de que terminan de usarlo.
Mikkel estaba terminando de hacer lo suyo cuando notó unas gotas en la pierna izquierda de su pantalón azul marino, un poco más abajo de la rodilla se podían ver 4 gotas; dos eran grandes, tenían el tamaño de un cereal y las otras eran pequeñas pero igual se notaban.
Mikkel reaccionó inmediatamente, giró hacia su derecha ante la sorpresa del individuo que con cara de asco veía como Mikkel sacudía las últimas gotas sobre su pantalón.
—Pero qué es lo que haces? Acaso te has vuelto loco —le recriminó el hombre a Mikkel.
—Que yo me he vuelto loco? Tu empezaste mira como me has dejado el pantalón —respondió Mikkel mientras enseñaba las 4 gotas en su pantalón.
—Eso no he sido yo, habrás sido tú mismo por lo torpe que eres —le dijo el hombre enojado —mira como me has dejado el pantalón loco.
—Qué has dicho? Encima eres un atrevido — dijo Mikkel.
—Yo desubicado? Tu abres demasiado las piernas para orinar, te paso por no respetar los límites, tu pie estaba de mi lado. Además no deberías haber usado el del medio deberías haber usado uno de los costados estando vacío —comentó el hombre.
—Que yo he sobrepasado los límites? Tú que no sabes orinar como un adulto que salpica para todos lados como un niño — respondió Mikkel —bueno hombre vamos a ver como nos limpiamos.
El hombre abrió la canilla, mojó su mano y luego refregó las salpicaduras hasta desvanecerlas.
Mikkel imitó a su acompañante y cuando se dispuso a cerrar la canilla se rompió un caño y empezó a despedir agua hacia todo el baño mojando a los dos.
—Demonios, me has meado y ahora me mojas. Acaso te hecho algo? —preguntó el hombre irónicamente.
—Pues te jodes. Todo esto es por tu culpa —contestó Mikkel.
Los dos se encontraban bastante mojados como para presentarse a sus respectivas mesas. Mikkel no podía pedirle casamiento a Lilly en ese estado. Ya habían pasado unos 10 minutos desde que se había levantado de la mesa y se estaba preocupando por Lilly. Necesitaba al menos secarse la cara.
—El papel higiénico de los privados! —dijo Mikkel como si hubiera descubierto las leyes de la matemática cuántica.
El individuo miró a Mikkel y se adelantó a abrir la puerta de uno de los privados pero se encontró con la sorpresa de que no había más papel. Entonces Mikkel se apresuró a ir hacia el otro privado, el individuo lo empuja y comienzan a forcejear para ver quién llegaba primero al privado. Mikkel logra zafar de las manos del individuo y llega al baño. Ingresa y solamente había unos 20 centímetros de papel higiénico. Cuando los va a tomar la mano del individuo lo interceptan y hace que Mikkel entorpezca su movimiento y tira los restos de papel higiénico al inodoro.
Ambos se miraron a los ojos y estaban a punto de resignarse cuando ingresó otra persona al baño secándose las manos con un pañuelo blanco de tela. Los dos entendieron enseguida la situación. Rápidamente giraron y disimularon estar usando los urinarios. El recién ingresado entró a uno de los privados. Por debajo de la puerta se podía ver sus mocasines impecablemente lustrados y su pantalón que estaba en sus tobillos dejaba ver el pañuelo blanco asomarse en su bolsillo.
Mikkel rápidamente se agacha y toma el pañuelo por debajo de la puerta. El hombre que estaba en el privado comenzó a gritar y a vestirse. Para ese entonces Mikkel ya había secado su rostro, sus manos y el pantalón arrojando el pañuelo al tacho de basura entonces se retiró del baño sin importarle la situación que había generado.
Ya en la mesa con Lilly la tranquilizó de que justo había recibido una llamada y había demorado un poco. Unos minutos más tarde la seguridad del restaurante sacaba a las otras dos personas del baño, al parecer el individuo del privado había pensado que había sido la otra persona y no Mikkel quien había robado su pañuelo. Mikkel disimulo agachado su cabeza cuando pasaron los otros dos hombres con los sujetos de la seguridad.
—Lilly lo que te quería decir era que te amo y quiero casarme con vos —le dijo Mikkel a Lilly mientras sacaba el anillo del estuche.
Lilly emocionada respondió que sí. Para celebrar pidieron una botella del vino más caro y unos platos de los más elaborados. Brindaron y la velada culminó.
Mikkel se paró de la mesa para pagar en la caja y cuando estaba sacando su billetera notó que tenía un pañuelo en el bolsillo de su pantalón.
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