...minutos más tarde despertó. Hacía un tiempo que estaba en el mismo lugar; una semana, quizás dos, o un año; ya no recordaba y ya no importaba, tirado en un rincón de la habitación.Los parpados le pesaban y la claridad lo molestaba; el blanco espectacular de las paredes imitaba perfectamente los rayos del sol, un sol que hacía tiempo no veía brillar.
Intentó ponerse de pie pero le resultó imposible; estar tanto tiempo inconsciente le estaba pasando factura de a poco; el hambre, la necesidad de comer la sintió con un fuerte dolor en el abdomen seguido de náuseas y mareos.
Miró a su alrededor, no encontró nada más que una puerta en frente a él, la puerta parecía inalcanzable.
Cerró los ojos con la esperanza de que todo esté bien cuando los abra. No fue así, la realidad le pegó tan fuerte como una patada en la nuca, sintió un malestar peor al que tenía antes de cerrar los ojos; gritó fuerte, quiso arrancarse los pelos pero el chaleco de fuerzas le impedía mover los brazos, la desesperación lo fue dominando, siguió gritando.
Los médicos llegaron y entre forcejeos lograron darle una inyección y calmarlo. Sus ojos parecían perdidos mirando la nada, de a poco se fueron cerrando hasta que se durmió. Minutos más tarde despertó...